Sunday, December 30, 2007

profesión: escritor

mi columna para la Revista de Libros.
última columna del año. Quizás era más para el Wikén.
quizás ando más conectado con el cine-tv que con los libros,
aunque todo se mezcla, todo está conectado.

eso

Domingo 30 de diciembre de 2007

Profesión: escritor

por Alberto Fuguet


¿Por qué optar por un escritor como héroe en estos tiempos? ¿No será un error? Un escritor puede parecer una figura lejana y atemporal y hasta pasada de moda, una suerte de genio o que poco y nada tiene que ver con el ciudadano común. Pero las cosas han cambiado.


Mis dos escritores favoritos del momento son Hank Moody y Mike Enslin. Los dos han visto tiempos mejores; los dos, alguna vez, fueron respetados y se respetaban. Los dos viven en California, a pasos del mar. Estos dos autores partieron bien, pero algo en el camino los desvió. Hank Moody no es real, como tampoco lo es Mike Enslin. Son personajes, pero me gustaría leer los libros de ambos. Moody (de moody, es decir, cambiante, volátil) es el protagonista de Californication, la estupenda y adolescentemente adulta serie de Showtime, actualmente al aire por el cable. El actor que lo transforma en un Bukowski para la era digital es David Duchovny, a quien ya no le interesa tanto investigar, como lo hacía su agente Mulder, sino procrastinar. Californication no está basada en un libro, pero claramente los creadores de la serie han leído mucho.


Moody odia y desprecia "la industria" y quedó asqueado y furioso con la pasteurizada comedia romántica que hicieron de una novela suya tan cínica como erótica. La idea de situar la serie ahí es notable: un escritor que no puede escribir en una ciudad que no lee y que sólo produce películas. Los Angeles no es el mundo literario de Bioy y Borges. Hank quiere escribir, sí, pero no es ni desea ser un intelectual; es más bien un loser y lo sabe. De ahí que el sol cae de manera cáustica, y más que broncear se encarga de dejar todas las pequeñeces y fracasos a la vista y con la peor luz.


¿Por qué optar por un escritor como héroe en estos tiempos? ¿No será un error? Quizás no. Un escritor puede parecer una figura lejana y excéntrica, atemporal y hasta pasada de moda, una suerte de genio o excéntrico que poco y nada tiene que ver con el ciudadano común. Pero las cosas han cambiado: ahora hay millones de personas que pasan solas, escriben, ventilan su vida interior (bloguean) y sufren de una inseguridad crónica. Es cosa de escuchar la radio para entender que ahora todos se sienten narradores. Lo que antes era la excepción, ahora es forma de vida de mucha gente.

Mike Enslin es John Cusack, y sus libros son "investigaciones de no ficción" acerca de sitios "embrujados". Enslin/Cusack usa camisas, hawaianas y surfea, a pesar de no ir al gimnasio. Tiene éxito, vende, pero tampoco tanto. A sus readings en las librerías llegan tres gatos y una joven fanática de su primera y única novela personal titulada The Long Way Home. Pero eso fue antes, esto es ahora. Algo pasó. En la eficaz y entretenida cinta de terror 1408, el autor sufrió una tragedia. En el notable cuento homónimo de Stephen King (parte de la colección Todo es eventual) simplemente se dejó estar. O le dio miedo fracasar en el intento y decidió arrendarse e irse por lo fácil: al no creer en sí mismo, escribe de casos paranormales en los cuales no cree en absoluto.


La cinta es más de terror que sobre el terror de escribir, pero es fácil encontrar el parentesco con Barton Fink, de los ahora premiados y resucitados hermanos Coen. En ambas hay un escritor encerrado en una pieza. En ésta, Cusack se encierra en la 1408 del Hotel Dolphin, no a escribir sino a reportear. Pero así y todo, está solo con sus fantasmas. Y cuando eso sucede, sólo dos cosas pueden pasar: o se escribe o se escapa.


King ha cometido muchos pecados, entre ellos la fama, las ventas y, es cierto, la incontinencia, pero eso no implica que el tipo no sepa escribir. "Había ido a Iowa. Había estudiado con Jane Smiley. Una vez había estado en un panel con Stanley Elkin", dice acerca de Enslin. En otro momento se enfrenta al gerente del hotel y ve sus libros en un estante: "Había mucho púrpura en sus tapas. El púrpura es el color que más ayudaba a vender libros de terror".


King ha escrito muchas novelas y cuentos, donde el protagonista es un escritor. A pesar de ser considerado un autor malo y de terror, es bastante más inteligente y tiene mucho más humor que aquellos que nunca lo han leído ni lo leerán. Los escritores de King sufren, sí, pero también viven cosas. Aventuras. Acarrean fantasmas reales, no solamente literarios, y siempre sus escritores deben actuar, moverse, atinar: desde levantar un hacha en El resplandor hasta escapar de una groupie sicótica en Misery, los escritores alter-ego de King no terminan obsesionados con otros libros, sino con otra gente. Los futuros escritores adolescentes de Cuenta conmigo y Apt Pupil no se transforman en escritores por leer un libro, sino porque se enfrentaron, cara a cara, con las partes más oscuras y penosas de la vida. Quizás King opta por usar escritores en sus novelas, porque sabe que es una profesión peligrosa, donde las adicciones y ciertos desvíos y tropiezos tienen que ver justamente con la suma de soledad más inseguridad. Una fatal combinación. En Mientras escribo, King dijo: "Escribir es un trabajo solitario. Tener a alguien que cree en ti hace toda la diferencia".

Cierto: es lo que transforma algo aterrador en algo creativo.

crítica a ROAD STORY

Exactamente 2 meses se demoró en aparecer la primera crítica de Road Story.

Apuntes autistas, que tampoco es una "novela", llegó a manos del crítico oficial en forma rauda. Tanto que antes de lanzarse, dias después que el libro llego de la imprenta, ya había sido masacrado por el crítico oficial.

En las páginas de cómics y de internet, una novela gráfica no es considerada
algo raro y el libro se analizó, para bien o para mal, como es lógico, a su debido momento.

Ota vez más: los medios análogos, establecidos, tradicionales, tremendamente atrasados.

aqui va lo que salió hoy:

Domingo 30 de diciembre de 2007

El cómic, otra lengua


Road Story
Alberto Fuguet y Gonzalo Martínez

Alfaguara, Santiago, 2007
132 páginas, $7.000.
Novela Gráfica

Hay dos cosas que destacar de Road Story, la novela gráfica de Gonzalo Martínez (dibujante chileno criado en viejas revistas como Trauko y Bandido y, ahora, partícipe de la industria yanqui con trabajos en editoriales como Avatar Press) y Alberto Fuguet. Lo primero tiene que ver con que se trata de la primera historieta en llegar al mesón de novedades de las librerías chilenas en un buen tiempo. Contrabando posible gracias al nombre -o la marca- de Fuguet, es un gesto que se agradece. Tal presencia viene a remediar (simbólicamente y por un rato) la invisibilidad del género en nuestra cultura local. Lo segundo es más complejo: la pregunta sobre cuál es el valor de Road Story como historieta, más allá de su importancia contextual.

No es una pregunta menor. Road Story trabaja sobre un viejo cuento de Fuguet que antes había sido publicado en McOndo y cuya segunda versión era uno de los puntos más altos de Cortos. En esta tercera encarnación, el relato se convierte en algo más; en la excusa para que Gonzalo Martínez se extienda por más de cien páginas en la ruta que Simón, un chileno decidido a borrarse, realiza en la frontera entre Estados Unidos y México. No hay demasiadas peripecias para este protagonista disléxico. Deja de hablar, se corta el pelo, da vueltas, desea perderse, desea encontrarse, conoce a una chica tan confundida como él. Mientras, asiste al espectáculo de su propio vacío, representado casi siempre por un desierto colonizado por la música mex tex y los neones de las cantinas.



Pero Martínez desborda las premisas sugeridas en el relato de Fuguet. Los mejores momentos de la historieta son aquellos donde se desmantela la narración por medio de páginas completas o viñetas concentradas en detalles nimios mientras intenta escarbar en el silencio o la confusión de su protagonista. Es ahí donde su trazo (despojado de cualquier achurado accesorio; poderosamente refrendado por los semitonos de Demetrio Babul) es capaz de pesquisar la precariedad interior de sus personajes y proyectarla sobre los grises de la página. Tales efectos se dan en Road Story de modo progresivo, como si sobre la marcha sus autores descubrieran la efectividad de hacer descansar el peso emocional del relato en los tiempos muertos y los diálogos cortados que señalan lo complejo y lo vacío de la empresa de desaparecer en la propia mudez.




Esa profundidad logra que el cómic sortee el riesgo que supone intentar una "novela gráfica" (nombre de combate para cómics de mayor complejidad gráfica o emocional y que, en cierta medida, suponen el desarrollo de la mirada personal de sus autores), logrando un matiz adulto posible gracias a su narración sin estridencias. Porque ése tal vez sea el mejor aporte de Martínez: aquella posibilidad de internarse en lugares a los que el texto original de Fuguet no pudo o no quiso llegar, superando la mera idea de operar como una adaptación. Esa distancia entre versiones no es menor. En Road Story los dibujos de los paisajes de la frontera, las piezas de motel y las aspas del ventilador apuntan los detalles de un universo donde se dispara la tragicomedia de un héroe que aprende a hablar en otra lengua: la de sí mismo. Esa lengua es la de Fuguet, pero también, cómo no, la del propio Martínez.

Álvaro Bisama

Saturday, December 29, 2007

el sonido del tiempo


"El tiempo no hace ningún ruido cuando realiza sus transformaciones. Somos nosotros, los humanos, quienes lanzamos fuegos artificiales y hacemos ruidos en los años nuevos"
Thomas Mann

raro...
¿xq tanto ruido para algo que es esencialmente silencioso?

Friday, December 21, 2007

Matias Vicuña en coreano

Me llega de la oficina de mi agente en Barcelona el contrato para traducir
y publicar MALA ONDA en coreano y mientras firmo, y miro las letras del editor de la editorial Munhakdonge al lado de mi firma, pienso que por fin voy a lograr uno de mis sueños: aparecer un idioma en que las conozco las letras, en que se lee de arriba y abajo, etc.

Matías Vicuña en coreano. Bien. Me intriga Corea, me guste el cine que está saliendo de ahí, me interesa el Extremo Oriente en general.



Pienso: Mala onda es, claramente, mi novela más conocida por acá, digo, en Chile; ese tipo de novela que te marcan, para bien o para mal. Una primera novela que se leyó y que se sigue leyendo pero que no fue escrita para ser famosa sino fue escrita como una suerte de confesión-expulsión y que nunca esperé que Vicuña agarrara voz propia. Ahora que estamos en diciembre, Mala Onda cumple exactamente 16 años. Llegó a la librerias de Santiago desde Buenos Aires x ahi por el 10 de diciembre de 1991.



En un casting que se hizo hace poco para el tiser que filmé (para ver si en efecto algún día el libro será una película) capté que la novela posee lectores que tienen apenas un año más que el libro. Capaz que tenga lectores que son menores que el libro. Raro. ¿Cuando pasó eso?



Nada: Mala onda al coreano y, además, al danés via la traducción de la gran Camilla Skjødt. Con esto, esta novela que había sido relegada un tanto en cuanto a traducción, ahora empieza a alcanzar a Beltrán Soler y las películas de su vida. Mala onda fue traducido al inglés de USA como Bad Vibes y al portugués de Brasil como Baixo Astral.

Thursday, December 20, 2007

PRONTO: UNA VIDA CRITICA



asi es
por fin, luego de casi 3 años de compilacion, y muchos mas de convencer a Héctor Soto--
el libro, un REGALO de NAVIDAD q no saldra para NAVIDAD, pero que es uno de esos REGALOS para uno mismo, es casi una lectura compulsiva para cinéfilos, adictos, estudiantes de cine y comunicaciones, estudiantes de periodismo y literatura, críticos y periodistas de cinéfila, gente ligada al ámbito audiovisual (¿hay cinéfilos ahi?¿me he topado con bien pocos-- raro, triste, pero bueno... es un negocio, mal que mal) y toda persona que valora la buena prosa (la gran prosa, que puede ser tan ácida como casi generosa)

el voluminoso libro estará en librerias tipo mediados de enero
pronto viene un adelanto exclusivo en QUE PASA

se lanzará en Viña, la tierra del autor, el domingo 26 de ENERO del 2008
a las 20 horas en la Feria de Viña, de la calle Libertad

y en marzo, se volverá con el libro, gira por las universidades
y las escuelas de cine, partiendo por la UAH, la Alberto Hurtado, donde este libro
nació

buena manera de terminar-empezar el año

favor: a todos los cinéfilos locales, ESPARCIR la buena nueva!

Saturday, December 15, 2007

¿novelas McOndo? -Giving up the ghosts



Ya han pasado más de 11 años y tanto de la puta aparición de McOndo (agosto 2006, creo) y sigo teniendo dudas al respecto: no a la idea, o a la sensibilidad, porque creo en ella y creo q escribo y filmo en ella (en la república o el pais McOndo) sino q sigo teniendo dudas respecto al etiquetar este zeitgeist (¿puede ser un signos de los tiempo algo que dura tanto tiempo?) o esta forma de mirar de "este lado de la vereda" con un nombre tan sonoro/simpático/cute/vendedor/marketeable pero da igual...

las cosas a veces se dan vuelta...

mas allá que la antología no volverá a publicarse (no, NUNCA), McOndo parece que se va a quedar, entre otras cosas porque, para nada, depende de mí. Por suerte.

McOndo partió como una broma y luego del libro y el prólogo se volvió una pesadilla y una manera rápida de descalificar o tildar de light o de tonto a la gente que no escribía como "ellos"

Nada-- hace poco, unas 2 semanas atrás, en Guadalajara, McOndo regresó a mi disco duro:

Primero, escuchando a Mario Vargas Llosa hablando en el podcast de Bookworm, con el periodista y ultralector Michael Silverblat, en KCRW, la radio NPR de Los Angeles-Santa Monica. Me causó sorpresa y agrado y asombro que buena parte del programa se dedicara a McOndo y a hablar bien del movimiento que nunca-fue-un-movimiento sino, simplemente, un adjetivo (o quizás un poco más...)

Luego---leyendo el comienzo de la premiadísima novela de Junot Díaz The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, me topo con esto:



It was a hardcore sci-fi and fantasy man, believed that that was the kind of story we were all living in. He´d ask: What more sci-fi than the Santo Domingo? What more fantasy than the Antilles?

…It used to be more popular in the old days, bigger, so to speak, in Macondo than in McOndo. There are people, though, like my tío Miguel in the Bronx who still
zafa everything.


Luego, seguido, me llegó un link del Financial Times donde el crítico Angel Gurría-Quintana, que frecuentemente escribe para Letras Libres, se centra en cuatro novelas recientemente traducidas al inglés y publicadas en el Reino Unido. Y todo tiene que ver con McOndo. Casi explicita que son novelas McOndo. No sé que hubiera dicho Bolaño pero leyendo a Gurría-Quintana y, habiendo leído algunas de las novelas que analiza, digo: quizás tenga razón. McOndo, mal que mal, no es un club o un movimiento y, como siempre he dicho, hasta Diamela Eltit tiene una novela McOndo



Por lo tanto, es perfectamente posible que autores de la talla de Bolaño puedan ser considerados McOndo (desde luego, pop) como también Restrepo y Pauls. McOndo no implica tener que escribir mal o, insisto, citar a cada rato un grupo de rock: eso no es McOndo. McOndo es, como tituló el FT, es abandonar los fantasmas espirituales por los verdaderos fantastmas que todos tenemos.

Es indagar en los cien o setenta o treinta o veinte años de soledad que a casi todos los latinoamericanos nos toca vivir y aguantar y soportar

aqui va lo del FT



Book Essay:
Giving up the ghost
By Ángel Gurría-Quintana

Published: November 30 2007 21:30

The enduring fame of One Hundred Years of Solitude has been a blessing and a curse for Latin American writers. A blessing, because it brought the region literary prominence, easing the way for other authors. A curse, because Gabriel García Márquez’s intoxicating brew of epic storytelling, tropical flourishes and touches of magical realism made readers and publishers expect all Latin American fiction to conform to his template.

Tales abound of dejected authors whose work was considered unpublishable in translation because it lacked the requisite dash of local colour, exoticism or underdevelopment. When one Chilean writer, Alberto Fuguet, submitted a short story to a literary journal in the US, the editor famously rejected it because it was “not Latin American enough”. For years, it appeared that only novels peopled with ghosts, set amid some crumbling family homestead or in a destitute Latin American backwater, would attract foreign publishers and booksellers.

This year marks the 40th anniversary of the publication of One Hundred Years of Solitude. García Márquez, the Colombian Nobel laureate, remains the most conspicuous figure to emerge from the Latin American fiction “boom” of the 1960s and 1970s that also brought international fame to authors such as Mexico’s Carlos Fuentes, Peru’s Mario Vargas Llosa and Argentina’s Julio Cortázar.



By the 1980s, however, a new generation of writers was emerging, most of whom had grown up in Latin America’s crowded mega-cities. Its members produced fiction that accurately reflected the demographic shift from rural to urban environments. Fuguet, the Chilean writer whose story was rejected, compiled short works of fiction by 17 writers – all male. The 1996 anthology of new Latin American fiction was titled McOndo, a sly reference to Macondo, the setting for One Hundred Years of Solitude.

The world these young authors depicted was one of McDonald’s, shopping malls and high-rise condos. It was a place filled with the detritus of modern popular culture instead of the flying maidens and melancholy generals of García Márquez’s books. Modern writers were encouraged to jettison tradition and abhor the folksy regionalism foreign readers had come to expect. There was a definite generational shift as authors took new and surprising directions. A more flexible idea of what it meant to be a Latin American writer now seemed possible.

Latin America’s literature has always been as diverse as its landscape – it could not be otherwise in such a vast region. Yet this diversity has not always been evident in translation. Three recently translated works of fiction illustrate some of the ways in which contemporary writers have moved away from the magical realist paradigm that has long encumbered writing from the continent.



No one was more daunted by the success of Colombia’s Nobel winner than younger Colombian writers. Among them was Laura Restrepo, whose latest novel, Delirium, appeared in English this year. Like García Márquez, Restrepo settled in Mexico to flee Colombia’s troubles. That, however, is where the similarities end. García Márquez’s Chronicle of a Death Foretold (1981) is about an honour killing in a small Colombian town. Delirium dissects a new type of violence emerging from Colombia’s cities: societal, all-encompassing, fuelled by drug traffic. The novel is a devastating chronicle of disenchantment with a country rent by brutality and tainted to its core by dirty money. And while García Márquez’s storytelling is classically omniscient and forcefully linear, Restrepo’s writing is fragmented and her narrators are disconcertingly unreliable.

One of the narrators, an unemployed university lecturer called Aguilar, explains his discomfort “with the phenomenon calling itself magic realism, so fashionable at the time”. It is a sharp dig at Restrepo’s illustrious forerunner, and a necessary act of literary patricide.

Aguilar returns to Bogotá and finds that his wife, Agustina, has descended into madness. As he pieces together events that occurred in his absence, we get glimpses of Agustina’s pampered childhood with an abusive father, and a mother who would rather endure betrayals and lies than suffer social shame. Meanwhile, we are given details of Agustina’s breakdown by an unsavoury former boyfriend known as Midas McAlister.

Violence – state-sponsored, or practised by terrorists or cartels – is certainly not a new theme in Latin American fiction. Yet few contemporary Latin American novelists have managed to depict it with such urgency as Restrepo.

Agustina’s malady is that of someone coping with Colombia’s ubiquitous hypocrisy and bloodshed. It is not unlike the lunacy consuming the country as it descends into a vortex of paramilitary attacks, guerrilla strikes, kidnappings and bombs. “Maybe the hardest part,” Aguilar acknowledges, “is accepting the stretch of middle ground between sanity and madness and learning to straddle it.”

This, it seems, is the accommodation that many Latin American citizens are forced to endure. If the region’s literature once hinted that magic was part of daily reality, it now suggests that normality requires an uneasy compromise between chaos, carnage and wilful oblivion.

Restrepo’s Delirium confronts the unpleasantness of Colombian current affairs head-on, and in this her writing is closer to the traditional mould of politically militant Latin American writers. However, another newly translated novel by an Argentinian illustrates how far young Latin American authors have strayed from expectations.



Alan Pauls’ astonishing The Past – masterfully translated by Nick Caistor – is unabashedly about love. It is also about addictions. To drugs, certainly, and to the voluptuousness of language and art, but mostly to love itself: its tremors, its aftershocks, its subterranean wells of jealousy, disgust and elation.

Though Pauls is not officially part of the McOndo movement, he shares with that group one of its defining characteristics: a professed lack of interest in the region’s politics. The Past glosses over more than two decades of recent Argentine history with only the barest mention of the country’s military dictatorship or its recent financial crises.

The novel is mostly set in Buenos Aires. Its spirited protagonists, Rimini and Sofia, are the most extraordinary lovers in Latin American fiction since the ageing couple in García Márquez’s Love in the Time of Cholera (which this year was voted the best Spanish-language novel of the past 25 years by Spanish-speaking writers). While García Márquez’s delightful characters appear to be caught in their own world of sepia-tinted conventions, Sofia and Rimini are utterly modern and shockingly recognisable.

Pauls resists exploring themes of Latin American (or even national) identity – a favourite subject of earlier generations. Now, personal identity is all that matters. In the narcissistic, self-centred quest to satisfy their emotional needs and establish a sense of self, Sofia and Rimini – globetrotting, art-loving, love-addled – epitomise the new notion of what it means to be Latin American.

Even before Pauls became a poster boy for modern Latin American novelists – cosmopolitan, apolitical, unconcerned with national boundaries – Chilean expatriate Roberto Bolaño was already tracing this path. A poet, novelist and short-story writer, Bolaño had an anarchic streak that made him a guiding spirit behind movements such as the McOndo anthology. Since he died from liver disease in 2003, his followers have declared him nothing short of a genius who reinvented the novel, though such claims are exaggerated.

A writer’s writer, it is in the short form that Bolaño excels – rather than long self-indulgent novels such as The Savage Detectives (published earlier this year) or his as-yet-untranslated behemoth, 2666. With the recent publication of Last Evenings on Earth, a collection of short stories, English-speaking readers will better understand what made him so distinctive.



Most of the stories in this collection are about unsuccessful authors. All the narrators resemble versions of Bolaño himself. In “Henri Simon Leprince”, we are told: “The protagonist...(middle class, well educated, respectable friends, but downwardly mobile and short of money) – is a writer. Naturally he is a failed writer.” Yet another introduces a bad poet whose uncritical tenacity gave him “a kind of literary sanctity that only young poets and old whores can appreciate”.

The lesson gleaned from Bolaño’s work is, as one character puts it, that “the little word of letters is terrible as well as ridiculous.” But there is a darker vein to his tales of pathetic scribblers. As another character observes, “violence, real violence, is unavoidable, at least for those of us who were born in Latin America during the 1950s and were about 20 years old at the time of [former Chilean president] Salvador Allende’s death.”

It is with such “unavoidable violence” that these new works of fiction contend. Whether they explore the tyranny of past loves, the casual villainy of inconsequential writers, or the rule of blood money, they remain – amid the region’s poverty and promise – the most effective way of presenting unpalatable truths. They also introduce English-speaking readers to fresh narratives from a continent as rich in storytellers as in calamities. Amid this variety of voices, one thing is clear: we are not in García Márquez’s Macondo any more.

Thursday, December 06, 2007

el ladron de chicle

Soy un fan de Douglas Coupland, lo admito, y siempre leo, lo antes posible, no me aguanto esperar; cuando aparece cada una de sus novelas (y el tipo es prolífico)intento que llegue a mis manos ASAP--lo antes posible.


Quizás es políticamente incorrecto o errado leer a Coupland a estas alturas y deberia estar leyendo el nuevo premio Tusquets o Anagrama (aunque quiero leer el finalista de Anagrama no xq es Anagrama sino xq es del tapatío Antonio Ortuño) pero nada, Coupland me cuenta cosas del hoy, esas cosas que no salen en el diario y sin embargo son noticias urgentes, tan claves e importantes que uno no se da cuenta ni siquiera en conversaciones con amigos o que no capta por ser, en el fondo, un tipo bastante siglo XX

Por eso quizas hay que leer de vez en cdo autores actuales: por que hay temas q solo pueden transmitirse via libros, no tv, no diarios, no internet.... es lo que se llama el zeitgeist, el estado del tiempo, es estado de las cosas....

Couplando cargará, siempre, con su título Generación X, que no es para nada su mejor libro, pero sin duda removió cosas--- Coupland ha ido, cada vez, indagando en el lado oscuro de la vida "de la internconexión" y el lado oscuro de lo pop. Entre sus libros que me gustan, y mucho, están Life Without God; Hey, Nostradamus; All Families are Pyschotic y, sobre todo, Eleonor Rigby

ahora aparece The Gum Thief que me leí en aviones diversos--quizás el sitio ideal para leer a Coupland

No es una obra maestra y no es lo mejor de DC pero lo lei de una--entre escala y escala y me dejó pensando. La novela está narrada por varias voces, toda de gente que no hace lo que quiere, que siente que la vida los estafó más que dañó (nadie se quiere matar, nadie se odia, pero... nadie la pasa demasiado bien tampoco) y todos los personajes están linkeados puesto que trabajan (o están ligados) a alguien que trabaja en una supertienda de artículos de oficinas
como Staples (de hecho, es Staples), algo así como Lapiz López
pero multiplicado por mil.

Lo fascinante es que Coupland, q inventó el término McJob, ha insistido que la "felicidad" de un hombre radica, sobre todo, en su trabajo--- que mientras que alguien trabaja en algo que no lo llene, donde no se siente insultado o envilecido, todo el resto se verá seriamente afectado: sus lazos amorosos, familiares, el poco dinero que gana termina no sirviéndoles de nada... Coupland cree, además, que aquellos sin vida interior (sin un hobby, un vicio, sin un fanatismo)
están condenados a vagar por largos pasillos con tubos fluorescentes. Mal. Y tampoco cree que la salvación viene de elementos externos, por cercanos que esos elementos seas (amigos, pareja, padres, perros).

La novela es sin duda parte del zeitgeist y me recordó una cinta rara y tremenda llamada
The Year of the Dog, donde una mujer sola, sin vida, apuesta todo por su perro.


Así parte
The Gum Thief:

A few years ago it dawned on me that everybody past a certain age -regardless of how the look on the outside- pretty much constantly dreams of being able to escape from their lives. They don´t want to be able to escape from their lives. They don´t want to be who they are any more. They want out... I used the phrase "a certain age". Waht I mean by this is the age people are in their heads. Nobody is forty in their head. When it comes to your internal age, chin wattles and relentless live spots mean nothing.
In my mind, I´m always thirty-two.


Wednesday, December 05, 2007

conversando en Jalisco

aqui posteo una entrevista q me sorprendio x lo grande y destacado, y por lo clever del reportero-escritor que las tenia clara y que es un fan como yo de muchas cosas. Mexico es el país donde menos han llegado mis cosas pero es agradadable encontrarse con gente que si ha accedido a mis libros en librerias de viejos (calle Donceles en Centro Historico) o donde. Lo unico que me da algo de pena, como dicen los colombianos, o verguenza ajena, es el titulo. Lo dije, es cierto, y me parece bien que lo colocara José Noé, pero igual... Aunque por otra parte, está claro quen no soy borgiano o cortaziano o, Dios no lo permite, garcíamarquiano. A la larga, x mucho q quisiera otra persona, debo ser yo.. y es mejor ser un yo mal que un otro adecuado o certero

en rigor, es verdad quiero ser fuguetiano, aunque eso suena creido o quebrado

uno es lo que es
y si uno puede tener una cierta entidad literaria, why not? peor seria no tenerla o, como siempre lo he dicho, tener mucha imaginacion y ser capaz de escribir acerca de temas que no me interesan. Aun no he llegado a eso: toda mi lista de planes creativos (to do lists...) son temas (novelas, cuentos, pelis, cortos) acerca de personajes que me intrigan.

aqui va esto, recuerdos de la FIL. Me salto lo que salio en El Pais de España, con foto incluída pero si quedé contento con esta frase que apareció en todo el mundo:

"Caicedo es nuestro Cesare Pavese pop"
y es cierto: tambien es uno de nuestros mayores intelectuales pop y nada:
pronto, no se cuando, habrá un nuevo libro, ligado a mí, con material inédita, de no -ficción,
de Andrés Caicedo

aqui va la entrevista


Excélsior
03-Diciembre-2007


"Soy fuguetiano"
Por José Noé Mercado

GUADALAJARA.- Quién es Alberto Fuguet para Alberto Fuguet, se le pregunta a uno de los personajes de mayor onda alternativa en la literatura latinoamericana contemporánea. Un chileno que no sólo escribe, sino que es un narrador combo, multiformato y multimedia, que visitó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar la obra del colombiano Andrés Caicedo, un escritor muerto por medios propios en 1977, a los 25 años de edad: “sin duda el autor colombiano más interesante que se haya presentado en esta FIL y más vivo que muchos de los que aquí se presentan a cada rato; digamos un intelectual pop”.

La respuesta podría plasmarse al decir que Fuguet, desde que irrumpió en el panorama de las letras, preguntaba: “hasta cuándo todo lo que se escribe en América Latina será sobre pueblos rurales, folclor, lo ocurrido hace decenas o centenas de años; cómo puedo identificarme con un personaje que pase lo que pase puede morir y resucitar, con una abuela voladora, o con un sitio donde los tucanes hablan”. Hasta que él, y una suerte de hermandad cósmica de narradores, que en diversos países latinoamericanos tampoco encontraban padres literarios en español, en los 90 contrapunteó al establishment con una propuesta más urbana y realista, virtual y no mágica. Hasta que el mítico Macondo se magulló ante el McOndo en el que se vive día a día.

Fuguet, hoy escritor y cineasta, periodista, cinépata, ex crítico de cine y rock, guionista, “uno de los 50 líderes latinoamericanos del nuevo milenio” (según Times y CNN), autor de los libros Sobredosis, Mala onda, Tinta roja, Por favor, rebobinar, Las películas de mi vida, Cortos, Apuntes autistas, Road story y director del filme Se arrienda, no es fácil de definir: es inquieto, lleno de proyectos, con una pila de alta duración que va de dirigir videoclips indie (Máquinas, del grupo Teleradio Donoso, se estrena mañana), a filmar, en breve, un corto para Nokia en el que probará las capacidades de un teléfono celular. No para. Está al día.

El narrador contesta la pregunta. “Creo que es un tipo que, a estas alturas, me cae relativamente bien. Estoy conforme y espero más. Creo que es un tipo levemente perdido y autista que, más o menos, se encontró y encontró su ruta. Digamos que respondo a lo que produce. Me siento cercano a él y a su obra. Me siento afortunado. Agradecido. Quiero seguir creando. Mi curiosidad es inagotable. Tu pregunta es –creo– imposible de responder. Pero nada: no creo que valga la pena atacarme, porque sería pose. Y alabarme sería de mal gusto. Pero lo que más me acomoda de Fuguet –y esto de hablar en tercera me complica– es que, después de años, creo que he logrado ser fuguetiano. Ésa ha sido mi meta y ahora las futuras tienen que ver con consolidar ese planeta en el cual vivo y que he, digamos, creado. El planeta que habitan mis personajes”.

Pero otros, los del canon literario, sí que lo han atacado. Algunos años, incluso, dejó de escribir. ¿Lo dañaron? “Creo que lo intentaron, sí, pero no lograron la meta de, para decirlo paranoicamente, silenciarme. Yo esperaba ser aceptado, pero no sucedió así. No sé si fue una crisis, pero sí tuvo que ver, creo, con querer desaparecer, ser anónimo, no publicar para que no me jodieran. Por lo tanto, si me callé por unos años antes de Las películas de mi vida fue para sobrevivir: dejar de ser mediático, dejar de estar expuesto. Creo que, más que crisis, fue como la resaca McOndo. Me dije: ya que me odian tanto, quizás deba callar. Pero seguí creando y comenzó mi acercamiento al cine. Buena parte de Cortos lo hice en ese periodo de silencio".

Alberto Fuguet sabe que muchos escritores serios, autores que se quedaron atrapados en una antigua forma de entender el mundo, que desconocen los nuevos formatos, como los blogs, internet, los medios alternativos para enchufarse a la vida, lo miran menos. “No me incluyen, para ellos soy un freak. Pero en rigor tampoco me interesan sus premios, ni su prestigio, si para obtenerlos he de transar, de venderme. El único premio que quisiera obtener es el Oscar.

“Al final, todo se trata de narrar. De crear personajes. Eso es todo. Sentí que estaba creando un mundo mío cuando era crítico y lo mismo sentí cuando estaba filmando un largo o reporteando o escribiendo una novela. Lo que deseo es que la suma de todo sea coherente, tenga un perfil y sea, claro, personal, aunque eso implique no ganar premios, no ser respetado, no ser parte del canon”.

Monday, December 03, 2007

ceder a la tentacion...

...a la tentación del fracaso...
de que tu vida sea una...
de que obra, por lo que has apostado, no se disipe...

en la FIL, en Guadalajara, en el stand Planeta, encontré, por fin, lo que andaba buscando por un montón de sitios: desde Santiago a Barcelona, Buenos Aires o Caracas, nunca pude encontrar la LA TENTACION DEL FRACASO, los diarios de Julio Ramón Ribeyro

un diario -sin duda- tiene algo de blog
y podria postear decenas de entradas que me han llamado la atención, con que me he sentido, tocado, identificado...

El diaro va de 1950, cuando JRR, tenía 21 años, hasta 1978 y suman mas de 670 páginas...
aparecerá alguna vez el tomo cuatro? desde el 78 hasta el final?

de nuevo: ¿un autor puede ser la suma de su obra de no ficción (que en este casos son sus cuentos,los que me falta por leer, pero leyendo La tentación, quedo con muchas ganas de hacerlo...) que supere su obra real, digamos, su ficción?

por lo que llevo, La tentación del fracaso me parece una obra mayor latinoamericana y, sin haber leer los cuentos, sólo las Prosas apátridas, me parece una trabajo clave, honesto y adictivo... un libro ideal para aviones y hoteles, además.

primero: algo de prólogo del propio Ribeyro (estos diarios no son póstumos, aparecieron en Lima, unos años antes de JRR falleciera en 1994)

…el diario se convirtió para mí en una necesidad, en una compañía y en complemento a mi actividad estrictamente literaria. Más aún, pasó a formar parte de mi actividad literaria, tejiéndose entre mi diario y mi obra de ficción una apretada trama de reflejos y reenvíos. Páginas de mi diario son comentarios a mis otros escritos, así como algunos de éstos están inspirados en páginas de mi diario…
…El diario íntimo es una ocupación peligrosa, que puede cerrar la comuniciación con los otros y confinarnos a un soliloquio estéril y secreto. Puede también servirnos de coartada para, en el caso de los escritores, no escribir lo que deberíamos escribir y escribir solamente acerca de los problemas y perplejidades que nos plantea nuestra vocación, de modo que el diario termina por suplantar a la obra potencial que conteníamos. En mi caso confieso que he tratado de sortear estas dificultades, si bien sé que por épocas y en muchos casos he sucumbido a ellas.


y ahora, su primer post subrayable:

3 de junio, 1950
¿Por qué estaré tan decepcionado? Sin dinero, sin éxito, sin amores, mis días van cayendo como las hojas de un árbol. Rodeado de oscuridad, de cenizas. Hoy me siento incapaz de todo. Una pereza moral irresistible. Sólo ansío viajar. Cambiar de panorama. Irme donde nadie me conozca. Aquí ya soy definitivamente como han querido que sea. Conforme me aleje irán cayendo mis vestiduras, mis etiquetas y quedaré limpio, desnudo, para empezar a ser distinto, como yo quisiera ser. Pero ¿adónde ir? Si llevo dentro de mí el germen de todo mi destino, ¿para qué hacer rodar por todos los paisajes, como un circo ambulante, el espectáculo de una vida equivocada?

Sunday, December 02, 2007

debo leer, debo leer, ¿debo leer?

via Moleskine, el blog de Ivan Thays,
vuelvo a Jean Francois Fogel y su blog en Bumeran que se arma desde Madrid

http://blogs.elboomeran.com/blog/5/jean-francois-fogel/


Cuand llegué, me fui y circulé, vi 2 o 3 de estos letreros de la famosa libreria Gandhi y pensé lo mismo:por qué? Quién inventó esa publicidad. Visualmente tiene onda pero parece el castigo al que ha sido sometido un chico: escribiré mil veces DEBO LEER.

¿Uno lee por eso? ¿Uno debe leer? ¿Leer es un deber?
Creo que, con esa actitud, solo se logra que no se lee.
siempre lo he pensado: todo lo mes debería prohibirse un libro, o debería ser tilado de peligroso o inmoral. ¿El resultado? Todos lo leerían, incluso aquellos perdidos que pierden tanto que no leen.

la foto del aviso no la tengo pero en link está
(justo andaba con la camara en la maleta) pero si va un trozo de lo que dice Fogel
que me parece de lo más atinado y lúcido

Llegando a la FIL, me preocuparon especialmente los jóvenes al descubrir desde la autopista un anuncio gigante de las librerías Gandhi. Hacen mucho por la lectura en México, pero me parece insoportable un anuncio que muestra, escrito en caligrafía, dos palabras repetidas: debo leer, debo leer, debo leer... Nadie tiene que leer. Nadie debe obligarse a leer. Exhibir una publicidad como esta frente a los jóvenes es crear una culpabilidad como camino hacia el placer. No hay una casa de citas o un prostíbulo en toda América Latina que ponga un cartel diciendo debo follar, debo follar, debo follar... Al contrario, promueven el amor, el romanticismo, la discreción compartida, de ninguna manera el intercambio sexual. Hay que acercarse a la lectura como a cualquier otro placer: no es un deber.

en todo caso, googleando, que es todo parte de una campaña "creativa" y "agresiva" y hay algunos avisos que estan bien, pero el DEBO LEER no fue el más afortunado