tartamudo y malo para bailar
esta nota-entrevista de Quique Planas apareció en El Comercio de Lima el
domingo pasado, después q estuve "presente" via Skype en la presentación
de CELDA en Peru el viernes anterior. Poco a poco, supongo, el bombardeo
Caicedo irá disminuyendo... pero la verdad es que la recepción crítica, mediática
y de ventas ha sido notable. Caicedo es, ahora, un autor que es parte del mapa
literario
EN LA FERIA DEL LIBRO. Andrés Caicedo y "Mi cuerpo es una celda"
El salsero que no sabía bailar
ORDENANDO Y EDITANDO TEXTOS Y CARTAS INÉDITAS, ALBERTO FUGUET RECONSTRUYE LA COMPLEJA Y CONTRADICTORIA VOZ DEL MÍTICO ESCRITOR CALEÑO
Por Enrique Planas
Lo admiraba como crítico de cine, pero nunca creyó del todo en las virtudes de su literatura. Por eso, el escritor chileno Alberto Fuguet siempre pensó que faltaba una gran obra en la producción del tempranamente desaparecido autor colombiano Andrés Caicedo (Cali 1951-1977). Razón por la cual, decidió componerla él mismo.
Así, con originales dispersos y heterogéneos de Caicedo, correspondencia y prosas en gran parte inéditas, a las que nadie había puesto atención, Fuguet compone (o dirige) un verdadero documental literario. Mi cuerpo es una celda (La otra orilla) es, para el autor de "Mala onda" , la obra cumbre del autor caleño y el resto, libros como "El atravesado" o "Que viva la música", serían, más bien, textos complementarios.
Una "obra cumbre" fabricada, paradójicamente, con las sobras que dejaron otros editores que bucearon en los baúles llenos de manuscritos que el joven escritor dejó al suicidarse a los 25 años, horas después de recibir la primera edición de su novela "Que viva la música".
"Tradicionalmente, si un escritor joven muere y ha dejado material, lo primero que uno mira son sus cuentos y novelas. Se consideraba que un escritor importante era el más creativo, el más dotado para contar historias. Pero hoy, está más legitimado pensar que un escritor es alguien que no solo narra sino que se confiesa, que se desnuda, que reflexiona, que critica. Por eso me atrevo a decir que una parte importante de su obra está en "Mi cuerpo es una celda", señala el escritor chileno vía telefónica, horas antes de participar, a través de una teleconferencia, en la presentación del libro en la Feria Ricardo Palma, realizada el pasado viernes.
Sin duda, profundizar en la vida de un escritor maníaco depresivo, brutalmente obsesivo, y contradictorio hasta el límite, era una empresa agotadora. "A pesar de que yo le tenía cariño como personaje, y había tomado la decisión de protegerlo, a veces me hacía la vida insoportable", confiesa Fuguet. Pero la fascinación por este personaje genial y complicado compensaba cualquier agotamiento.
Por cierto, aquel lector que busque una clave que explique la razón de su suicidio, encontrará más bien una suma de razones y sinrazones. "Para nada tengo la respuesta de por qué se suicidó. Pero lo que sí tengo claro es que no tenía que ver con lo que él decía, que la vida no valía la pena vivirse después de cumplir los 25 años. Creo que el libro logra desenmascarar la pose. En verdad, Caicedo no era tan rocanrolero como él mismo se creía. Y tampoco sabía bailar salsa, algo increíble para quien escribió una novela como "¡Que viva la música!" Al final, Andrés era un tartamudo, un tipo que veía películas todo el día, una persona dañada y escindida", explica.
Sin embargo, en la estructura de esta autobiografía editada 30 años después de su muerte, Fuguet muestra cómo un fracasado viaje que Caicedo hace con 24 años a Hollywood con la ingenua idea de vender un guion cinematográfico motivó el derrumbe anímico del escritor.
"Claramente el viaje a Estados Unidos marcó un antes y un después en su vida. Caicedo no volvió a ser el mismo. Este chico con un apellido que le abría puertas en Cali llega a Hollywood, donde cree que por saber tanto de cine le abrirían las puertas como si llevara una tarjeta Gold Visa. Pero solo hace el ridículo. Caicedo quedó dañado de ese golpe. A partir de allí el edificio empezó a derrumbarse", afirma el escritor.
domingo pasado, después q estuve "presente" via Skype en la presentación
de CELDA en Peru el viernes anterior. Poco a poco, supongo, el bombardeo
Caicedo irá disminuyendo... pero la verdad es que la recepción crítica, mediática
y de ventas ha sido notable. Caicedo es, ahora, un autor que es parte del mapa
literario
EN LA FERIA DEL LIBRO. Andrés Caicedo y "Mi cuerpo es una celda"
El salsero que no sabía bailar
ORDENANDO Y EDITANDO TEXTOS Y CARTAS INÉDITAS, ALBERTO FUGUET RECONSTRUYE LA COMPLEJA Y CONTRADICTORIA VOZ DEL MÍTICO ESCRITOR CALEÑO
Por Enrique Planas
Lo admiraba como crítico de cine, pero nunca creyó del todo en las virtudes de su literatura. Por eso, el escritor chileno Alberto Fuguet siempre pensó que faltaba una gran obra en la producción del tempranamente desaparecido autor colombiano Andrés Caicedo (Cali 1951-1977). Razón por la cual, decidió componerla él mismo.
Así, con originales dispersos y heterogéneos de Caicedo, correspondencia y prosas en gran parte inéditas, a las que nadie había puesto atención, Fuguet compone (o dirige) un verdadero documental literario. Mi cuerpo es una celda (La otra orilla) es, para el autor de "Mala onda" , la obra cumbre del autor caleño y el resto, libros como "El atravesado" o "Que viva la música", serían, más bien, textos complementarios.
Una "obra cumbre" fabricada, paradójicamente, con las sobras que dejaron otros editores que bucearon en los baúles llenos de manuscritos que el joven escritor dejó al suicidarse a los 25 años, horas después de recibir la primera edición de su novela "Que viva la música".
"Tradicionalmente, si un escritor joven muere y ha dejado material, lo primero que uno mira son sus cuentos y novelas. Se consideraba que un escritor importante era el más creativo, el más dotado para contar historias. Pero hoy, está más legitimado pensar que un escritor es alguien que no solo narra sino que se confiesa, que se desnuda, que reflexiona, que critica. Por eso me atrevo a decir que una parte importante de su obra está en "Mi cuerpo es una celda", señala el escritor chileno vía telefónica, horas antes de participar, a través de una teleconferencia, en la presentación del libro en la Feria Ricardo Palma, realizada el pasado viernes.
Sin duda, profundizar en la vida de un escritor maníaco depresivo, brutalmente obsesivo, y contradictorio hasta el límite, era una empresa agotadora. "A pesar de que yo le tenía cariño como personaje, y había tomado la decisión de protegerlo, a veces me hacía la vida insoportable", confiesa Fuguet. Pero la fascinación por este personaje genial y complicado compensaba cualquier agotamiento.
Por cierto, aquel lector que busque una clave que explique la razón de su suicidio, encontrará más bien una suma de razones y sinrazones. "Para nada tengo la respuesta de por qué se suicidó. Pero lo que sí tengo claro es que no tenía que ver con lo que él decía, que la vida no valía la pena vivirse después de cumplir los 25 años. Creo que el libro logra desenmascarar la pose. En verdad, Caicedo no era tan rocanrolero como él mismo se creía. Y tampoco sabía bailar salsa, algo increíble para quien escribió una novela como "¡Que viva la música!" Al final, Andrés era un tartamudo, un tipo que veía películas todo el día, una persona dañada y escindida", explica.
Sin embargo, en la estructura de esta autobiografía editada 30 años después de su muerte, Fuguet muestra cómo un fracasado viaje que Caicedo hace con 24 años a Hollywood con la ingenua idea de vender un guion cinematográfico motivó el derrumbe anímico del escritor.
"Claramente el viaje a Estados Unidos marcó un antes y un después en su vida. Caicedo no volvió a ser el mismo. Este chico con un apellido que le abría puertas en Cali llega a Hollywood, donde cree que por saber tanto de cine le abrirían las puertas como si llevara una tarjeta Gold Visa. Pero solo hace el ridículo. Caicedo quedó dañado de ese golpe. A partir de allí el edificio empezó a derrumbarse", afirma el escritor.
<< Home