Wednesday, December 05, 2007

conversando en Jalisco

aqui posteo una entrevista q me sorprendio x lo grande y destacado, y por lo clever del reportero-escritor que las tenia clara y que es un fan como yo de muchas cosas. Mexico es el país donde menos han llegado mis cosas pero es agradadable encontrarse con gente que si ha accedido a mis libros en librerias de viejos (calle Donceles en Centro Historico) o donde. Lo unico que me da algo de pena, como dicen los colombianos, o verguenza ajena, es el titulo. Lo dije, es cierto, y me parece bien que lo colocara José Noé, pero igual... Aunque por otra parte, está claro quen no soy borgiano o cortaziano o, Dios no lo permite, garcíamarquiano. A la larga, x mucho q quisiera otra persona, debo ser yo.. y es mejor ser un yo mal que un otro adecuado o certero

en rigor, es verdad quiero ser fuguetiano, aunque eso suena creido o quebrado

uno es lo que es
y si uno puede tener una cierta entidad literaria, why not? peor seria no tenerla o, como siempre lo he dicho, tener mucha imaginacion y ser capaz de escribir acerca de temas que no me interesan. Aun no he llegado a eso: toda mi lista de planes creativos (to do lists...) son temas (novelas, cuentos, pelis, cortos) acerca de personajes que me intrigan.

aqui va esto, recuerdos de la FIL. Me salto lo que salio en El Pais de España, con foto incluída pero si quedé contento con esta frase que apareció en todo el mundo:

"Caicedo es nuestro Cesare Pavese pop"
y es cierto: tambien es uno de nuestros mayores intelectuales pop y nada:
pronto, no se cuando, habrá un nuevo libro, ligado a mí, con material inédita, de no -ficción,
de Andrés Caicedo

aqui va la entrevista


Excélsior
03-Diciembre-2007


"Soy fuguetiano"
Por José Noé Mercado

GUADALAJARA.- Quién es Alberto Fuguet para Alberto Fuguet, se le pregunta a uno de los personajes de mayor onda alternativa en la literatura latinoamericana contemporánea. Un chileno que no sólo escribe, sino que es un narrador combo, multiformato y multimedia, que visitó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar la obra del colombiano Andrés Caicedo, un escritor muerto por medios propios en 1977, a los 25 años de edad: “sin duda el autor colombiano más interesante que se haya presentado en esta FIL y más vivo que muchos de los que aquí se presentan a cada rato; digamos un intelectual pop”.

La respuesta podría plasmarse al decir que Fuguet, desde que irrumpió en el panorama de las letras, preguntaba: “hasta cuándo todo lo que se escribe en América Latina será sobre pueblos rurales, folclor, lo ocurrido hace decenas o centenas de años; cómo puedo identificarme con un personaje que pase lo que pase puede morir y resucitar, con una abuela voladora, o con un sitio donde los tucanes hablan”. Hasta que él, y una suerte de hermandad cósmica de narradores, que en diversos países latinoamericanos tampoco encontraban padres literarios en español, en los 90 contrapunteó al establishment con una propuesta más urbana y realista, virtual y no mágica. Hasta que el mítico Macondo se magulló ante el McOndo en el que se vive día a día.

Fuguet, hoy escritor y cineasta, periodista, cinépata, ex crítico de cine y rock, guionista, “uno de los 50 líderes latinoamericanos del nuevo milenio” (según Times y CNN), autor de los libros Sobredosis, Mala onda, Tinta roja, Por favor, rebobinar, Las películas de mi vida, Cortos, Apuntes autistas, Road story y director del filme Se arrienda, no es fácil de definir: es inquieto, lleno de proyectos, con una pila de alta duración que va de dirigir videoclips indie (Máquinas, del grupo Teleradio Donoso, se estrena mañana), a filmar, en breve, un corto para Nokia en el que probará las capacidades de un teléfono celular. No para. Está al día.

El narrador contesta la pregunta. “Creo que es un tipo que, a estas alturas, me cae relativamente bien. Estoy conforme y espero más. Creo que es un tipo levemente perdido y autista que, más o menos, se encontró y encontró su ruta. Digamos que respondo a lo que produce. Me siento cercano a él y a su obra. Me siento afortunado. Agradecido. Quiero seguir creando. Mi curiosidad es inagotable. Tu pregunta es –creo– imposible de responder. Pero nada: no creo que valga la pena atacarme, porque sería pose. Y alabarme sería de mal gusto. Pero lo que más me acomoda de Fuguet –y esto de hablar en tercera me complica– es que, después de años, creo que he logrado ser fuguetiano. Ésa ha sido mi meta y ahora las futuras tienen que ver con consolidar ese planeta en el cual vivo y que he, digamos, creado. El planeta que habitan mis personajes”.

Pero otros, los del canon literario, sí que lo han atacado. Algunos años, incluso, dejó de escribir. ¿Lo dañaron? “Creo que lo intentaron, sí, pero no lograron la meta de, para decirlo paranoicamente, silenciarme. Yo esperaba ser aceptado, pero no sucedió así. No sé si fue una crisis, pero sí tuvo que ver, creo, con querer desaparecer, ser anónimo, no publicar para que no me jodieran. Por lo tanto, si me callé por unos años antes de Las películas de mi vida fue para sobrevivir: dejar de ser mediático, dejar de estar expuesto. Creo que, más que crisis, fue como la resaca McOndo. Me dije: ya que me odian tanto, quizás deba callar. Pero seguí creando y comenzó mi acercamiento al cine. Buena parte de Cortos lo hice en ese periodo de silencio".

Alberto Fuguet sabe que muchos escritores serios, autores que se quedaron atrapados en una antigua forma de entender el mundo, que desconocen los nuevos formatos, como los blogs, internet, los medios alternativos para enchufarse a la vida, lo miran menos. “No me incluyen, para ellos soy un freak. Pero en rigor tampoco me interesan sus premios, ni su prestigio, si para obtenerlos he de transar, de venderme. El único premio que quisiera obtener es el Oscar.

“Al final, todo se trata de narrar. De crear personajes. Eso es todo. Sentí que estaba creando un mundo mío cuando era crítico y lo mismo sentí cuando estaba filmando un largo o reporteando o escribiendo una novela. Lo que deseo es que la suma de todo sea coherente, tenga un perfil y sea, claro, personal, aunque eso implique no ganar premios, no ser respetado, no ser parte del canon”.