Sunday, December 21, 2008

Matías Vicuña cumple 17 años

el otro día, en una librería, firmando CELDA,
se me acercó un lector para que le autografiara un ejemplar
de
Mala onda (la edición verde). El asunto es que, mientras
pensaba en la dedicatoria, me comentó:

-tengo la misma edad que Matías.
-tienes 17, le dije
-sí, nací el 91, en octubre.

Nunca me he puesto a pensar en qué mes el personaje de Matías Vicuña cumple años
(algo me dice que es piscis, no sé) pero claramente en el libro,
ambientado en sept de 1980, Vicuña tiene 17 años.

La novela apareció en Buenos Aires la primera semana de diciembre de 1991
(los primeros ejemplares llegaron a librerías chilenas unos días antes de esa Navidad)
x lo que, justo en estos días, cumple diecisiete años.

El libro tiene la misma edad que su protagonista (algo que nunca va a volver a suceder)
y, de paso, la misma edad que alguno de sus nuevos lectores

Raro

Yo, la verdad, nunca pensé que el libro
seguiría imprimiéndose ni menos leyéndose 17 años después

me alegro que así sea...

como homenaje o regalo de cumpleaños,
aquí va la portada original y, más abajo, la crítica del Cura Ignacio Valente
aparecida en la Rev de Libros de El Mercurio
(de Marzo del 92-- solo coloco la parte conciernente al libro)

q me arruinó la siquis por un buen tiempo. ya no.





Tb va un link a la versión final, posteada en Vimeo, a uno de las piezas
audiovisuales que hice yo como parte de un "tiser" que había que hacer para cumplir
las peticiones de un premio CORFO. Se postuló para estudiar la posiblidad de hacer una película. Personalmente, como están las cosas, lo veo imposible. Tampoco me interesa. Creo que, con esas piezas, ya me di el gusto de poder filmar a MV en vivo.


Esta es la pieza uno, que tb postee hace unos meses en You Tube,
llamada Matías va al sicólogo, algo que no sucede en la novela. Las otras piezas, todas filmadas
a fines del 2007, debutarán como parte de
www.cinepata.com a mediados del primer semestre del 2009.

el rol de Matías lo interpreta Ignacio Aycaguer que, después de este experimento,
optó por abandonar la actuación.

eso

http://www.vimeo.com/2587524


Revista de Libros
El Mercurio; Marzo 1992

NOVELAS DE VERANO

Por Ignacio Valente

Los cuatro libros más leídos en Chile durante febrero han sido, al parecer, obras de ficción y, más exactamente, novelas de autores chilenos. Sin desmedro de mis reservas particulares, el hecho general me complace, por lo que significa de éxito y difusión para nuestra narrativa….

…de la tercera novela más leída en febrero, Mala onda de Alberto Fuguet, hablaré poco, entre otras razones porque sólo pude leerla hasta la mitad. Se me hizo insoportable. Grandes serán las tragaderas que necesita un crítico literario, y creo que las mías lo son, pero no llegan a tanto como para terminar esta bazofia. Diré de inmediato, en aras de la verdad y la justicia, que si bien no me gustan los argots – en principio prefiero el idioma común sobre cualquier argot-, debo reconocer que Fuguet ha tratado la jerga de cierta juventud burguesa actual con cierta plasticidad literaria: que su prosa, incluso utilizando los desechos de esa jerigonza de prostíbulo pituco, consigue cierto efectos verbales interesantes; tiene agilidad, suele fluir bien, es expresiva, aunque lo sea sólo por ahora y sólo de ese submundo primario de niñitos ricos ociosos vacíos más reciamente frívolos que terriblemente degenerados. Si el lector no se aburre de la vida tan soberanamente como ellos, entonces se hastía con su hastío, se latea con su lata. El autor se especializa en lo más tonto que el alma adolescente pueda albergar, rindiendo un culto desproporcionado a lo más efímero de la moda juvenil del día.

Porque no es con la prosa de Fuguet que me he estrellado, sino con la persona, la atmósfera, la tipología humana y el mundo de sus protagonistas, sobre todo del principal, petimetre papanatas infatuado de su propia decadencia. Me refiero a la abrumadora inanidad de esos muñecos de clase media–alta santiaguina, que frecuentan los locales, oyen la música, usan las marcas de polera, viajan a los lugares, tienen el talante antropológico, etc., profusamente descritos en esta novela. Hasta la cocaína se vuelve más estúpida que mala en esta frivolísima onda.

Prefiero los antros de la delincuencia común, del terrorismo político, del lumpen de las ideologías más arrastradas, de las subculturas más bobas, porque incluso en ellas –como lo demuestra una abundante narrativa- pueden encontrarse más atisbos de sentido humano, de interés psicológico y psicopatológico, de significado ético y, en buenas cuentas, de humanidad; en todos ellos, más que en este submundo de imbéciles viciosillos ni siquiera bastante degradados, que transitan en la novela por el vacío, la droga blanda y la dura, la borrachera, el orgasmo, las señales de status, la oquedad sofisticada, la penuria de alma, la bajeza intrascendente, los sentimientos de pacotilla, la depresión insubstancial, el tedium vitae y en definitiva –porque es la única palabra adecuada-, la inanidad de estos peleles que protagonizan la peor onda de la novela chilena actual.