Tuesday, October 31, 2006

el numero de Ortega (y el regreso de Propiedades Fernandez)



Pude demorarme menos pero he estado muy copado pero lo cierto es que la nueva novela de Pancho Ortega (la segunda es la desaparecida novela de culto, 60 Kilómetros, donde yo fui jurado x alla x el año 92, creo) la devoré cdo tuve esos pocos minutos. Viene de cerca, xq Ortega es Ortega y, además, el co-creador de del guión de SE ARRIENDA y, x lo tanto, amigo y aliado y cinéfilo.

Pero igual... Lo curioso es que Ortega me ha abierto ventanas literarias y televisivas y me ha convencido de lo clave que son las novelas gráficas. La novela de Pancho no es el tipo de novela que, supuestamente, me interesa ni menos aún escribiría. Pero de que funciona, funciona. Tiene una honestidad que casi conmueve porque la novela es lo que es (un bestseller a lo Da Vinci) y, sin embargo, a pesar de sí mismo, o porque la hizo Ortega y no otro, es mucho más.

Vaya q está bien escrita, es decir, limpia, facil, al grano. Escena tras escena, como en el mejor de los thrillers. Partí leyéndola casi x compromiso, x amistad, y quedé gratamente sorprendido auqnue, claro, al final, se le pasa la mano pero esa es la idea: la novela es sobre el fin del mundo o casi. Precioso ese minuto en que todo se detiene

cada vez más abierto a leer "lo no literario", captando la belleza de la basura, la fuerza de lo desechable, lo falso de lo importante.



como si eso fuera poco, leyendo la novela, me topé con PROPIEDADES FERNANDEZ, de, claro, el padre de Gastón Fernández y con un cameo del personaje de Fernanda Fernández, la prima de Gastón, que interpreta (muy bien, dicho sea de paso) Maite Pascal en SE ARRIENDA.



Pancho cuenta la genesis del regreso de Fernanda, en su propio blog:

http://numerokaifman.blogspot.com/2006/10/propiedades-fernandez-el-cameo-de-se.html


Thursday, October 12, 2006

SHORTS-- a (re) view from Chicago


del diario LA RAZA
de Chicago...

“Cortos” y “Shorts”, cuentos, editados por HarperCollins
Alberto Fuguet: Retrato del artista adulto

Elbio R. Barilari

Cuando era un muchachito, y Chile apenas salía de la pesadilla pinochetista, Alberto Fuguet capturó las fantasías de jóvenes y viejos (a veces opuestas) con un par de libros.

“Sobredosis”, un librito de cuentos, y “Mala onda”, una novela con toda la barba, aunque su autor aún no se afeitara.

Fuguet no hacía más que reflejar en blanco y negro lo que el rock latinoamericano, especialmente en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y México, venía proponiendo desde mediados de los 80.

Después de la crisis, la guerrilla, la dictadura y el neoliberalismo con su pantagruélico costo social, en América Latina algo había cambiado, claro.

Y lo que más había cambiado era la sensación de estar vivo. Llamémosle así, “la sensación de estar vivo”, al conjunto de experiencias y vivencias e influencias, así como referencias y marcos de todo tipo. Que a la salida de las dictaduras estaban marcados por la tragedia de los desaparecidos, pero también por la costumbre de aceptar que habían desaparecido para siempre.

La América Latina de después de las dictaduras no era la misma de antes.

La “sensación de estar vivo” que pudieron escanear (para usar un verbo postmoderno) Vargas Llosa, Cortázar o Mario Benedetti, ya no era la misma.

La experiencia urbana, que Onetti y Borges consagraron en la literatura latinoamericana (con un saludo a los precursores: Horacio Quiroga y Roberto Arlt), tampoco era la misma.

Ahora los shoppings, o malls, depende del país, eran un referente, de Ibirapuera a Providencia. Y la MTV ya estaba en vías de atrofiar al oído como órgano musical, para instalarlo en los ojos: música para ver y no para escuchar.

McDonald’s, con suerte diversa, estaba instalado en el centro de cada ciudad y en el centro de atención de los jóvenes. McDonald’s y los malls pintaban una ilusión casi más grande que la democracia recién recuperada.

América Latina se asomaba al McWorld desatado por el proceso de neo colonización que se ha dado en mal llamar globalización. Y como siempre, lo hacía a su manera, mestiza, antropofágica.

Macondo era ahora McOndo, y los primeros en darle ese nombre chistoso y acertado fueron Fuguet y un compatriota, de nombre Sergio Gómez. Ocurrió en una antología de autores jóvenes hispanoamericanos, intitulada –precisamente- McOndo, en cuyo prólogo se explicaban con juvenil exceso y honestidad poco frecuente.

Por supuesto, la reacción contra, o el abandono, del realismo mágico, no fue “inventada” por nadie en especial. Era algo que estaba en el aire desde comienzos de los 80 y que ya era como un iceberg, visible en su quinta parte, a mediados de los 90.

Muchos éramos los que sentíamos –especialmente cuando nos sentábamos a escribir- que la maravillosa ficción de García Márquez tenía al menos un par de problemas.

Primero: era una cosa inmóvil, donde no había salida porque todo estaba empantanado en esa sopa tropical de milagros y destinos circulares.

Segundo: no representaba nuestra “sensación de estar vivos”.

El fenómeno del McOndo dio lugar a diversas interpretaciones, todas equivocadas.

Los momios (reaccionarios) del periódico El Mercurio chileno, que estaban fascinados, trataban a Fuguet como al Príncipe Azul que estaban esperando.

Algunos intelectuales de izquierda, sobre todo entre los críticos literarios, que suelen ser de los peores porque se consideran la Guardia Roja de vaya a saber qué (especialmente de su propio poder) y que además no tienen sentido del humor, se enojaron mucho. Y se sintieron en el deber de defender al Gabo.

En el año 1993, en un populoso congreso literario realizado en Chile, Fuguet y yo, participantes de un panel, fuimos verbalmente apedreados por algunos de esos trogloditas. Y acusados de “postmodernos”.

El venezolano Salvador Garmendia y el chileno Nicanor Parra, también presentes, no salían de su asombro.

El ataque fue ruidoso pero endeble, en mi caso –al menos- me ofendió más el malentendido que los epítetos.

Hoy El Mercurio ya no es tan fanático de Fuguet. Un Fuguet que es capaz de declarar que “Bush es el hijo tonto del presidente rico, porque en todos los países los presidentes son hijos de familias… latifundistas de Texas que tiene hijos y todos son presidentes… Ahora Estados Unidos es un país latinoamericano”.

Y el “establishment” de la literatura latinoamericana, varios de cuyos mascarones de proa ahora son burócratas de gobierno, tampoco es el mismo: el McOndo se los está comiendo con “French fries”.

También ha quedado claro, clarísimo, que el McOndo no es ningún “movimiento literario” como fomenta la propaganda y creen algunos “scholars”.

Ya en su novela “Las películas de mi vida”, el autor había trascendido la polémica y su propia manera de la rebeldía juvenil.

Con la lectura de “Cortos” esa impresión termina de redondearse.

Fuguet escribe, de alma encogida, sobre las verdades adultas, incluyendo los abismos de la paternidad y del amor siempre en fuga. Describe la geología emocional de un país, como ningún otro, partido por la dictadura, como Chile.

El mundo urbano ya no es el de las historias de “mall” y las aventuras ya no son solamente las de chico del barrio alto. Además, conviene decirlo aquí y conviene aceptarlo de una vez por todas: las gentes de los “barrios altos”, los “cuicos” y “pitucos”, los “fresas”, también sufren.

Fuguet, que de niño pasó unos años en Estados Unidos, escribe de primera mano sobre la experiencia de la bi-culturalidad, ese “no ser de allá ni ser de acá” que es tan familiar a los latinos en este país.

Y es que en McOndo los límites resultan cada vez más maleables. Como bien lo sabemos en Chicago, donde la frontera mexicana pasa por la calle Cermak.

No intentaré el fútil ejercicio de ponerme a husmear cuento por cuento en un libro que mis lectores aún no conocen, para decir lo qué me parece (y que a nadie tiene por qué importarle).

Voy, en cambio, a hacer dos cosas:

1- voy a recomendar “Cortos”, en español, y “Shorts” en inglés.

2- voy a arriesgar la opinión de que con “Las películas de mi vida” y “Cortos”, Alberto Fuguet deja de ser “nuestro mejor escritor de 17 años”, como Eleanor Roosevelt dijo de Hemingway, para empinarse entre nuestros narradores más adultos.

Wednesday, October 04, 2006

opinion limeña--x q se demoran tanto en llegar?

Posteo esto: estuve un Lima ya hace mas de un mes o mas, no me acuerdo, con Luciano-Gastón, por el festival de cine. Muy buenos dias, aunque cortos e intensos. Entre otras cosas, me tocó presentar CORTOS, tal como me toco, inmediatamente antes, hacerlo en Madrid y Buenos Aires

di muchas entrevistas (vaya q hay prensa en Lima) y SE ARRIENDA, dicen, se estenará pronto en el cine-arte de la Católica.

me enviaron esta critica, bien positiva x lo de mas, q apareció en El Correo. Olga Rodriguez critica xq los libros se demoran tanto en cruzar fronteras. Tiene razón. Pero tengo dos opiniones: uno, no creo q los libros sean como blockbusters, tipo Superman o 007 o las de Disney, q aparecen el mismo dia, a la misma hora. Yo no soy Isabel Allende y no deseo serlo. Otra cosa, claro, es que los libros se demoren años. Aunque tampoco me molesta del todo. Me gusta eso q la gente tenga que hacer un cierto esfuerzo: como encargarle a alguien. Claro, no siempre se puede. Pero siempre parte del placer de leer es encontrar el libro: muchas veces no está, es muy caro, está agotado, etc

en el caso concreto y preciso de CORTOS, x contrato con HarperCollins USA, ellos no permitieron que el libro saliera en el mercado hispanoamericano antes de oct del 05, q es cdo aparecio CORTOS en USA, en español, y SHORTS, la versión traducida en inglés. Luego de muchas negociaciones, Harper nos permitió editar el libro en mi " terrritorio", es decir, Chile. Para mi era sicológicamente decesivo que CORTOS apareciera antes que yo me lanzara a dirigir SE ARRIENDA. Y asi fue: CORTOS aparecio a fines de OCT del 2004 y yo dije acción el 4 de enero del 2005.

Por qué no salió entonces en OCT 2005. Pues xq cada libro tiene su vida propia, cada mercado, tb. Y hay mercados dentro de la misma editorial que no desean el libro, no se atreven, lo quieren para tal mes, no desean q "compita" con un libro al q ellos le tienen fe, etc.

Lo cierto es que no me molesta. Ya que uno libro de uno salga del pais, me parece alucinante. Antes reclamaba. Ya no. Que será, será. He captado que siempre un libro es nuevo. Lo mismo sucede con el cine. Uno quisiera un estreno comercial, pero tb esta el dvd y, por q no asumirlo, el dvd pirata o el dvd q se puede ripear en la web. No es lo ideal pero hasta q un distribuidor de cine o video no se la juegue x una cinta, es casi logico que los que esten interesados busquen maneras alternativas. En todo caso, es un asunto de tiempo. Estamos en plena revolución. Tal como iTunes, yo creo q eventualmente, uno bajara la cinta q desea ver pagando un precio razonable. Y si desea la caja y tal, usará un Amazon que, espero, abarque el mundo entero.

pero nada
aqui va la critica a CORTOS de El Correo de Lima
y la portada de CORTOS bolsillo q esta planeada para fines del 07




En la vía rápida: pelas, patria y paternidad

Olga Rodríguez Ulloa


Alberto Fuguet coge nuevamente la carretera del relato, resuelto, con soltura y buena onda, con un toque nostálgico, reflexivo y treintañero. Cuando parecía que ya no se podía esperar nada de la generación perdida de McOndo y mientras algunos de ellos hasta han dejado de publicar, Fuguet llega a las librerías limeñas con Cortos, con dos años de retraso, por cierto.

No sé si es una cuestión meramente de gusto, un deseo atravesado por la influencia de lo mediático, si tiene que ver con la puntualidad o con el sentimiento de que en Perú la información llega tarde, mal y nunca. El asunto es que me molesta recibir un libro que ha sido publicado -por una gran editorial trasnacional con sede en el Perú- en el 2004. Su llegada al país está avalada, al parecer, por el estreno reciente de la primera película del autor y es parte del paquete que ahora sí nos quieren vender, lo que nos deja con la idea de que a estas opulentas casas editoras les interesa un pito que los sudamericanos se lean entre sí. En fin, con este sentimiento de haber sido manipulados, vámonos al libro.

Cortos está compuesto de metáforas recurrentes, de pensamientos que se repiten con otras palabras, de reflexiones acerca de la paternidad, el cine, el fracaso, la patria y las mujeres. Hay personajes que transitan por más de un relato, por ejemplo, los hijos de militares o abogados corruptos, herederos de la derecha chilena y de la violencia de Pinochet. Es imposible dejar de ver en su estructura los restos excrementicios de una clase con un poder desmesurado, de un fanatismo y clasismo apabullantes. El éxito del retrato de estos hombres reside en que Fuguet ha tenido la suficiente visión de no presentarlos explícitamente como signo de algo.

Del otro lado están los que se sienten perdedores y especulan sobre lo que no fueron y no podrán ser jamás, acerca de las fantasías que una misma elabora de su futuro y de cómo estas expectativas terminan a kilómetros de la realidad. En ese sentido, la migración es un tema importante, el deseo de salir del tercer mundo, de estudiar y de conocer gente en el primero, de despotricar de la patria y al mismo tiempo extrañarla con fervor. El París de Cortázar, Vargas Llosa y Bryce es el EEUU de Fuguet. No más bistrots, ni parques, lo de ahora son Denny´s y carreteras del sur, plagadas de personajes quebrados, tanto gringos como sudacas. Llega un tramo del camino, podría decir Fuguet, en el que todos parecen estar irremediablemente jodidos.

Las historias son cercanas, con referencias roqueras, cinematográficas y publicitarias y poseen la virtud de hacernos ver algunos de los supuestos más arraigados de nuestra nebulosa sicología posmoderna-tercermundista-clasemediera-progre. Si tal cosa existe, el chileno ha dado en el clavo.

Autor: Alberto Fuguet
Título: Cortos
Editorial: Alfaguara (319 p.)