Muere un personaje de TINTA ROJA
Hace tiempo q no posteo. no se si voy a postear mucho. Creo q voy a escribir una columna sobre bloggear o no bloggear en la Revista de Libros de EL M. En todo caso, lei esto hoy antes de emprender un viaje y me acorde del backstage de Tinta Roja. Este señor mítico fue jefe mio un verano, hace años, en que hice la práctica y de ahi... bueno... de ahi salio un libro
Al Maraco, que era un hijo de puta, pero un gran, gran personaje. QEPD.
Pasando y Pasando Adiós al Maraco González
Sábado 3 de diciembre de 2005
Luis Sánchez Latorre
LUN
Sospecho que era por lo de Alfaro que a Raúl González Alfaro le venía esa vena de literato con que matizaba sus crónicas y artículos, siempre dirigidos a demoler o levantar algún tipo de alcázar. En efecto, no olvidemos a algunos Alfaros de las letras chilenas: Ricardo A. Latcham Alfaro, Carlos Droguett Alfaro, Fernando Alegría Alfaro, Luis Droguett Alfaro. Todos los profesionales del ramo, y en especial los políticos mayores de cuarenta años, tendrán que recordar quién fue Raúl González Alfaro, más conocido como el Maraco González en las lides muchas veces emperradas de la noticia. Y si un día dejaron de leerlo en su "Bisturí de papel" no fue por falta de ganas o de información del cirujano, sino porque se le acabó el papel. No sé, en verdad, qué era más fuerte en él: si el deseo de hallar en la pepa del rumor la verdadera noticia o la voluntad de mostrar lo bien que abastecía, conversando con Pedro, Juan y Diego, su riquísimo almacén de informaciones. El despectivo término con que alguna vez lo bautizaron sus detractores pasó, con el correr del tiempo, a constituirse en una inocua forma de identificación con respecto a no pocos escribas homónimos.
No sé qué era más fuerte en Raúl González Alfaro: si el deseo de hallar en la pepa del rumor la verdadera noticia o la voluntad de mostrar lo bien que abastecía, conversando con Pedro, Juan y Diego, su riquísimo almacén de informaciones.
Tengo claro, naturalmente, que en su capacidad para desenvolverse en todos los frentes del periodismo estaba fuera de dudas. No con algo, sino, a mi juicio, con mucho de condotiero, cató de todos los vinos, poniendo su cáustico talento al servicio de las causas más discutibles. Se le vio así transitar de los diarios radicales de su juventud a los periódicos democratacristianos de su madurez. Los diarios de derecha no lo vieron ajeno a la hora del combate y el gobierno de Pinochet lo mandó después a cumplir funciones públicas en Centroamérica. Coincide la muerte de González Alfaro con el deceso de Erich Schnake Silva, hijo de un hermano de Óscar Schnake Vergara y de Marina Silva de Schnake, que en sus días fue directora del Liceo de Niñas N°1. Es obvio que la noticia referente a la partida de Schnake ha ocupado columnas. La de González Alfaro, sólo el espacio del obituario. En vida, eso sí, cuántas veces habrá tenido ocasión el Maraco de zamarrear a Erich Schnake en sus columnas. Cronista policial de suma eficacia y cronista deportivo con fama en su tiempo, González Alfaro fue un diligente director de noticias. En la época en que ejercía el cargo de jefe de informaciones de este diario, a las ocho de la mañana estaba instalado en el Café Santos instruyendo a la cronista de Moneda Celeste Ruiz de Gamboa para dar más solidez a la pauta del día. Después de la aventura del "Bisturí de papel", supongo que ya jubilado y bajo el seudónimo de Gonzalo Richards, capté el giro casi barroco de la pluma del periodista o, digámoslo mejor, del pendolista Raúl González Alfaro. Al parecer, estas notas representaban la despedida del Maraco González de las batallas periodísticas. Acerca de la inocultable acidez de su acento, del ingenio para unir lo vulgar con la forma culta y la información abundante, no sé qué dirán mañana las nuevas generaciones.
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